Tlapa, Guerrero; México. Octubre de 2019. Por: Tlachinollan. En su pequeña vivienda, doña Gabriela no sólo espera alguna noticia de Arnulfo, su esposo, sino que carga con el miedo y la angustia de que alguno de sus cuatro hijos o ella misma, puedan ser víctimas de otra desaparición. Sabe que su colonia no es muy segura, los mismos vecinos viven atemorizados porque se han dado varios asesinatos y desapariciones. Hace dos noches escuchó varios balazos como a cien metros de su casa. Por eso, teme que algo les pueda suceder.
En los últimos días ha recibido algunos mensajes que tornan
más cruento su sufrimiento. A pesar de la multiplicidad de visitas que recibe,
siente un gran vacío en su interior. Está absorta.
Sobrelleva la plática y se reanima cuando escucha versiones
que hablan de que Arnulfo está vivo. Al final de cada día queda con la misma
sensación que experimentó la noche en que no llegó su esposo. Sólo u mamá le da
fuerza y consuelo. Resiste y se mantiene en pie por sus pequeñas hijas, a
quienes Arnulfo siempre consintió.
El tiempo es como el fuego que quema lentamente el cuerpo y
el espíritu. Las horas se eternizan y se transforman en un tormento ante la
ausencia de la persona querida. Hay que armarse de paciencia y de valor para
soportar un dolor que trastorna la tranquilidad de la persona.
El cuerpo se vuelve autómata, sólo está para responder
necesidades básicas. Se pierde el sentido de la vida y se sale de la órbita de
la normalidad. Las ideas quedan congeladas y marcadas por la tragedia, por un
hecho insólito que arrancó de tajo la presencia de su ser querido. Es un golpe
mortífero porque cambia todo en la vida familiar, se genera un vacío y una
ausencia que estrangulan el alma y que asfixian la existencia.
Ahora, hasta para caminar en las calles el riesgo se vuelve inminente, ya no se
puede confiar en los vecinos, mucho menos en las autoridades, que no velan por
los derechos de la población. Se truncan los planes para que los hijos
continúen sus estudios.
El horizonte deja de ser un camino para lograr la
realización de los proyectos personales y familiares. Todo se vuelve un caos,
porque impera la anomia marcada por la violencia. El catastrofismo y la
resignación nos invade y nos arrastra a pelear por la sobrevivencia, a dejarnos
vencer por quienes se sienten protegidos por el poder del dinero y de las
armas.
A 10 días de la desaparición del defensor comunitario
Arnulfo Cerón Soriano, no existen datos sobre su paradero. Para su familia y
sus compañeros del Frente Popular de la Montaña ha sido un calvario emprender
otra lucha más, para exigir su presentación con vida.
A pesar de que la Ley General en Materia de Desaparición
Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema
Nacional de Búsqueda de Personas expresa claramente que “la búsqueda de la
persona desaparecida debe realizarse de forma inmediata, oportuna,
transparente, con base en información útil y científica, encaminadas a la
localización y, en su caso, identificación atendiendo todas las líneas posibles
de investigación”, en el presente caso esta búsqueda no ha tomado en consideración
los principios de efectividad y exhaustividad, así como de la debida
diligencia.
El mismo Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias en su informe sobre su visita a México de 2011 señaló que el Estado debe usar todos los medios disponibles para garantizar que las investigaciones y procedimientos judiciales sean expeditos, de acuerdo con los protocolos y manuales, que cumplan con los lineamientos establecidos en los instrumentos internacionales de derechos humanos; es decir, el Estado debe garantizar una búsqueda seria de la persona desaparecida en la cual desarrolle todos los esfuerzos posibles para determinar a la brevedad el paradero de la víctima.
La desaparición de Arnulfo en la ciudad de Tlapa nos muestra el estado de indefensión en el que nos encontramos las ciudadanas y ciudadanos. Desde el momento en que la familia informó a las seis de la mañana del sábado 12 de octubre a los miembros del Frente Popular de la Montaña sobre la desaparición de Arnulfo, sus compañeras y compañeros difundieron en las redes sociales esta noticia. A las nueve y media de la mañana se reunieron para realizar acciones orientadas a la búsqueda y para ejercer presión a las autoridades municipales y estatales, con el fin de que se abocaran a estos trabajos.
Lamentablemente para las autoridades del Estado, sigue
prevaleciendo el criterio de que para realizar la búsqueda de personas, ante
todo hay que interponer la denuncia. Siguen omitiendo los lineamientos
planteados en la Ley en la materia que en su artículo 80 manifiesta claramente
que cualquier ciudadano “puede solicitar la búsqueda de una persona
desaparecida o no localizada mediante: I. Noticia; II. Reporte, o III.
Denuncia. La noticia, el reporte o la denuncia pueden realizarse de forma
anónima”.
En el caso de Arnulfo la familia notificó telefónicamente a
un agente del ministerio público de Tlapa, quien les indicó que tenían que
presentar formalmente la denuncia, como requisito para su búsqueda. Ante esta
respuesta, otro familiar acudió a la Fiscalía Especializada en materia de
desaparición forzada del Estado a las 14:30 horas, sin embargo, no fueron
atendidos porque el personal había salido a comer.
Fue hasta las 16:00 horas cuando pudieron presentar la
denuncia. Por su parte, las compañeras y compañeros del Frente se dieron a la
tarea de buscar a Arnulfo. Después de cuatro horas de recorrer varias colonias,
encontraron su vehículo en la colonia Magisterio, alrededor de las tres y media
de la tarde. De inmediato pidieron que acudieran los peritos para que dieran fe
de la situación en que se encontraba el vehículo. Ellos mismos impidieron que
la policía ministerial se llevara la camioneta a sus instalaciones, porque
saben que son imprescindibles estos peritajes.
Toda búsqueda tiene por objeto realizar las acciones y
diligencias tendientes a dar con el paradero de la persona hasta su
localización, por lo mismo la Comisión Nacional de Búsqueda y la Comisión
Estatal de Búsqueda deben de realizar de manera conjunta, coordinada y simultanea
estos trabajos. Desafortunadamente, esta norma fue incumplida por las
comisiones que no han intervenido con presteza, al grado que la familia de
Arnulfo desconoce si existen estas instituciones, mucho menos si hay personal
que esté asignado para realizar estos trabajos.
Tal inacción impide que se puedan aplicar los mecanismos de
búsqueda inmediata que implican la intervención de las autoridades desde el
momento en que se recibe el reporte, denuncia o noticia de hechos de la
desaparición, partiendo del supuesto de que la víctima se encuentra con vida.
Se debe de tomar en consideración las circunstancias propias de cada caso, de
acuerdo con el protocolo homologado de búsqueda.
Al momento de presentar la denuncia, la ley estipula que el
agente del ministerio público que la recibe, debe de proceder sin dilación a
aplicar el protocolo homologado de investigación y remitir la información a la
Comisión Nacional de Búsqueda. La finalidad central es para que se instrumenten
acciones de búsqueda inmediatamente aplicando el protocolo homologado, que
incluirá entre otros, el cruce de la información ingresada al Registro Nacional
de Búsqueda con los registros o bases de datos de las diferentes dependencias
de gobierno.
Todas estas atribuciones de las comisiones de búsqueda
siguen sin aplicarse en nuestro Estado, generando un vacío ante violaciones
graves de derechos humanos. A pesar de que en nuestro país y de manera
particular en nuestro Estado la desaparición de personas es un problema
estructural y generalizado, hasta la fecha no se han dado los pasos necesarios
para mínimamente aplicar los protocolos que se encuentran estipulados en la
ley.
Como ha sucedido en los últimos años, son las familias y las
organizaciones que acompañan a estos colectivos quienes se abocan a los
trabajos de búsqueda. Su arrojo y su determinación son las que han marcado el
nuevo derrotero de la lucha por los derechos de las víctimas. En contrapartida,
las autoridades responsables siguen estando lejos de las expectativas que tiene
la ciudadanía para que sean realmente un baluarte en la protección de los
derechos de las víctimas de desaparición.
Mientras no se diseñe y se aplique un protocolo homologado
de búsqueda como fue el compromiso de las autoridades federales del sexenio
pasado y las actuales, seguiremos padeciendo los costos de la descoordinación
que existe entre las diferentes instituciones y las familias quedarán atrapadas
en las acciones improvisadas e insensibles por parte del personal encargado,
que no cuenta con el perfil ni con las capacidades que se requieren para
brindar una atención de calidad a las familias de personas desaparecidas.
Para doña Gabriela y sus cuatro hijos cada día que pasa la
desesperación es mayor, máxime cuando no tienen ningún indicio sobre el
paradero de Arnulfo y que las mismas investigaciones aún no presenten datos
fehacientes sobre los autores de su desaparición. A pesar de este sufrimiento
que carcome el alma, aguardan la esperanza de que Arnulfo llegue a su casa. Las
autoridades de los tres niveles de gobierno tienen de nueva cuenta la
responsabilidad de cumplir con el mandato constitucional de salvaguardar la
vida, la integridad física y la seguridad de todas las personas.
El hashtag de #ArnulfoConVida ha entrado en órbita para
hacer visible esta exigencia que al mismo tiempo es un clamor para que pare
este flagelo que nos deshumaniza.