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Elena: la resistencia de una madre nahua en Copanatoyac

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Sebastian Guerra Soto.

Ocotequila, Copanatoyac. 13 de abril 2022.– En la comunidad nahua de Ocotequila, municipio de Copanatoyac, las mujeres realizan diversos trabajos. Además de ser las responsables de preparar los alimentos, llevar a los hijos a la escuela y acarrear el agua, algunas alquilan su mano de obra con otras familias para desgranar mazorcas y obtener ingresos económicos.


La señora Elena Salazar tiene 48 años y, desde que recuerda, siempre ha trabajado en el campo; ella es campesina pero también ama de casa. Elena es jefa de familia; dice que tuvo siete hijos: cuatro hombres y tres mujeres. Para sacarlos adelante busca emplearse de cualquier trabajo, pero lo mejor saber hacer es desgranar. En la temporada de lluvia, ella y sus pequeños hijos se organizan para sembrar 13 litros de maíz. Cuenta que es bueno tener varios hijos porque te ayudan, aunque, así como te ayudan también gastan.


Elena no sabe leer ni escribir, pero hace todo lo posible para sus hijos e hijas acudan a la escuela. Los más grandes van en la secundaria y los pequeños en la primaria. Ella relata que los días jueves, viernes, sábados y domingos se alquilan para desgranar maíz dentro de la comunidad. Acuden en familia para que el avance sea rápido y la paga sea buena, pues les pagan 50 pesos por día a cada uno y, si van cinco, ya gana 250.


Ese dinero es para sus hijos que estudian en la secundaria compren su almuerzo, aunque solo van tres días porque el resto trabajan. “Que al menos ellos aprendan a leer y escribir, porque yo no fui a la escuela”, dice. Aunque vayan tres días a la escuela es suficiente. No pueden ir mas días porque ya no tiene para su recreo. A cada uno le da 20 pesos y eso debe alcanzarle para su almuerzo y su agua fresca.


Los que acuden en la primaria es más fácil, porque ella les lleva su comida y no gastan para el recreo.
Cuenta que solo tiene siete hijos: 4 hombres y 3 mujeres. Ya no tiene más familia pues su madre y padre ya murieron y decidió ser madre soltera. Sus dos primeras hijas ya se casaron y se fueron a vivir a otras comunidades. Nunca la visitan y ella tampoco puede ir a verlas porque tiene a sus pequeños y no tiene para pagarles sus pasajes.


Con orgullo cuenta que su hijo ya tiene 13 años y ya es todo un hombre y en la temporada de siembra es quien le ayuda más pues él acarrea el fertilizante, rocea la milpa con la bomba para que no le caiga la plaga. Por el momento él es su sostén.
Los otros están pequeños, pero también ayudan; cuando acuden al desgrane del maíz, su hijo mayor y ella limpian las mazorcas mientras los otros van juntando los granos y lo van colocando dentro de los costales.


Cuando sale a trabajar fuera de la comunidad ya gana un poco más; va la comunidad vecina en Oztocingo del mismo municipio porque ahí hay más trabajo ya que en ese pueblo pasa el río y la gente siembra maíz en sistema de riego, es decir, en la temporada de seca. O a veces, también, consigue trabajo lavando ropa, aunque ella prefiere emplearse en la siembra: limpiar la milpa, desgranar, sembrar y todo lo que tenga que ver con el campo, eso es lo que les gusta y sabe hacer.


El único apoyo gubernamental que recibe es una hectárea de fertilizantes que equivale a cinco costales de abono, dos de granulado y tres de urea o abono blanco, que es como se le conoce. Aunque con la siembra de 13 litros necesita más fertilizante, así que la compra.

De sus 4 hijos, sólo uno puede acceder a la beca Benito Juárez para continuar con sus estudios porque así lo impone el gobierno federal.

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